martes, 26 de julio de 2016

El hombre del traje oscuro.

Horror leyenda: El hombre del traje oscuro.

En un camino de un pueblo de Oaxaca, durante varias noches muchos pobladores vieron a un hombre delgado, pálido vestido con un traje negro el cual estaba manchado de lodo, no usaba calzado sus pies estaban sucios y heridos, su cabello enredado,  su mirada fría se perdía en la distancia. Aparecía por las noches y desaparecía entre la bruma, en un camino hacia un viejo poblado de Oaxaca, Uno de los que lo avistaron, creyó conocerle, con cautela se acerco a él pensando de que era un indigente que necesitaba ayuda, al mirarlo le dijo:

– Buenas noches Don Roberto, ¿puedo ayudarle en algo?

El hombre no emitió una palabra, ni lo miro continuo caminando hasta perderse entre la bruma de la noche. El joven que lo había observado, camino hacia la casa de su mejor amigo, para contarle lo que había visto en el camino.

– Me acabo de encontrar con tu padre por el camino de tierra, se le veía muy mal.

– No bromees Adán, andas ebrio,  bien sabes que mi padre tiene más de cinco años muerto. Tú mismo cargaste el féretro junto conmigo o ¿ya se te olvidó?

– Sí lo sé Jacinto, pero estoy seguro que era tu padre. Su cabello canoso estaba lleno de tierra al igual que su ropa. Te juro que era él. Me aproxime a él para ofrecerle de ayuda, pero no me respondió. ¿Por qué no vamos ahora mismo y lo buscamos para que veas que es cierto?

– Ahora no puedo, tengo que cuidar a mi madre enferma. No la puedo dejar sola. Además, no creo una sola palabra de ese  cuento. Si tu objetivo era asustarme, déjame decirte que no funcionó.

Por varias noches, el hombre seguía apareciendo constantemente por aquel camino de terracería. Una mañana mientras Jacinto hacía las compras en el mercado, entro por unos de los pasillos, pero los puestos estaban cerrados continúo caminado, a la mitad del pasillo una anciana se interpuso en su camino lo observo con enojo, le dijo:

– Tu padre seguirá vagando como alma en pena, sus pies sangraran y su dolor será cada días más intenso, su traje era blanco pero su pena lo consume su alma sobre la tierra lo condena jamás descansara, no has cumplido con la promesa que le hiciste en su lecho de muerte.

– ¿A qué se refiere?, yo no la conozco.  

– Dices que cuidas a tu madre, pero la pobre permanece acostada en cama sin poder moverse, no le compras las medicinas que necesita para curarse.

– Cuestan mucho dinero. ¿Qué quiere que haga?, Tengo dos trabajos y aun así no me alcanza ni siquiera para mantenerme.

– Pero si tienes para pasearte con Zenaida, la hija del carnicero. No me mientas muchacho, yo te he visto con ella en la plaza los domingos al salir de misa.

– Bueno, también merezco un rato de diversión. Estar en casa cuidando a mi madre es un suplicio, además ella nunca me ha querido. Para mi madre sólo existe mi hermana y eso que ella ni se para por aquí.

– Como sea Jacinto, te comprometiste a cuidar de ella, Si el deseo de un moribundo no se cumple, éste regresara la tierra a vengarse o penara para siempre sombre ella sufriendo por siempre su dolor.
Jacinto, dio un paso atrás y derribo una cajas, apenado levanto las cajas de inmediato y volvió la mirada hacia la anciana que ya no estaba, el largo pasillo estaba desierto y oscuro, el camino lentamente hasta el final donde ya había más gente y puestos abiertos, se quedo parado ahí por un rato.

–Hola, Jacinto. Como estas mira qué hermoso reboso esta frente a ti, lo quiero cómpramelo amorcito.

–Hola, Zenaida.  No me molestes tengo que ir a comprar una medicinas para mi madre.

–Como que no te moleste?, no dices que esa vieja no te quiere y que ya se debería morir?, ahora que te pasa viste un fantasmas?, pues decide que prefieras ese viejo costal o yo?

–Hazte a un lado déjame pasar.

Esa tarde Jacinto llevo las medicinas a su madre y le preparo la comida que más le gustaba, le llevo de comer a su cama, le dio sus medicinas y le pidió perdón por ser tan malo con ella, del rostro de su madre solo rodaron lagrimas, mismas que el seco con su pañuelo, la abrazo prometió que él la cuidaría y estaría a su lado. El salió de la habitación de su madre, se sentó en la cocina mirando por la ventana  hacia la oscuridad del bosque, después de un rato, se puso en pie y salió de la casa, camino entre la oscuridad hasta llegar al camino de tierra, su piernas temblaban de miedo, una niebla dense apareció en el lugar, el no podía ver nada, ni las estrellas, un sonido extraño llamo su atención alguien caminaba lentamente hacia él, se escuchaba como si arrastrara un pie, a unos metros el vio una silueta negra que se aproximaba, sus ojos eran de un oscuro profundo al igual que su traje, caminaba lentamente hacia él,  se le veía pálido y descarnado pero aun así lo reconoció, las piernas de Jacinto no respondían , sintió que las fuerzas de sus piernas no respondía, cayó de rodillas, el espectro estaba justo delante de él, sollozando y temblando solo dijo:

– “Perdóname padre, he sido un mal hijo, y me olvide todo lo que tú en vida hiciste por mi”.
Las lagrimas de Jacinto caían en el tierra, la niebla comenzó a disiparse abrió los ojos y vio que el pantalón de aquel espectro se volvía blanco miro hacia arriba y vio el rostro de su padre sonriéndose quien junto con la niebla se desvaneció, Jacinto se sintió aliviado, se levanto regreso a su casa abrazo a su madre y desde ese día se dedico a cuidar a su madre
Del espíritu de Don Roberto, no se volvió a saber nada pero su hijo Jacinto le lleva flores a su tumba cada mes.

Por:  Cesar G. Jimenez.





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