Horror leyenda:
El hombre del traje oscuro.
En un camino
de un pueblo de Oaxaca, durante varias noches muchos pobladores vieron a un
hombre delgado, pálido vestido con un traje negro el cual estaba manchado de
lodo, no usaba calzado sus pies estaban sucios y heridos, su cabello enredado, su mirada fría se perdía en la distancia.
Aparecía por las noches y desaparecía entre la bruma, en un camino hacia un
viejo poblado de Oaxaca, Uno de
los que lo avistaron, creyó conocerle, con cautela se acerco a él pensando de
que era un indigente que necesitaba ayuda, al mirarlo le dijo:
– Buenas
noches Don Roberto, ¿puedo ayudarle en algo?
El hombre
no emitió una palabra, ni lo miro continuo caminando hasta perderse entre la
bruma de la noche. El joven que lo había observado, camino hacia la casa de su
mejor amigo, para contarle lo que había visto en el camino.
– Me acabo
de encontrar con tu padre por el camino de tierra, se le veía muy mal.
– No
bromees Adán, andas ebrio, bien sabes
que mi padre tiene más de cinco años muerto. Tú mismo cargaste el féretro junto
conmigo o ¿ya se te olvidó?
– Sí lo sé
Jacinto, pero estoy seguro que era tu padre. Su cabello canoso estaba lleno de
tierra al igual que su ropa. Te juro que era él. Me aproxime a él para
ofrecerle de ayuda, pero no me respondió. ¿Por qué no vamos ahora mismo y lo
buscamos para que veas que es cierto?
– Ahora no
puedo, tengo que cuidar a mi madre enferma. No la puedo dejar sola. Además, no
creo una sola palabra de ese cuento. Si
tu objetivo era asustarme, déjame decirte que no funcionó.
Por varias
noches, el hombre seguía apareciendo constantemente por aquel camino de
terracería. Una mañana mientras Jacinto hacía las compras en el mercado, entro por
unos de los pasillos, pero los puestos estaban cerrados continúo caminado, a la
mitad del pasillo una anciana se interpuso en su camino lo observo con enojo,
le dijo:
– Tu padre seguirá
vagando como alma en pena, sus pies sangraran y su dolor será cada días más
intenso, su traje era blanco pero su pena lo consume su alma sobre la tierra lo
condena jamás descansara, no has
cumplido con la promesa que le hiciste en su lecho de muerte.
– ¿A qué se
refiere?, yo no la conozco.
– Dices que
cuidas a tu madre, pero la pobre permanece acostada en cama sin poder moverse, no
le compras las medicinas que necesita para curarse.
– Cuestan
mucho dinero. ¿Qué quiere que haga?, Tengo dos trabajos y aun así no me alcanza
ni siquiera para mantenerme.
– Pero si
tienes para pasearte con Zenaida, la hija del carnicero. No me mientas
muchacho, yo te he visto con ella en la plaza los domingos al salir de misa.
– Bueno, también
merezco un rato de diversión. Estar en casa cuidando a mi madre es un suplicio,
además ella nunca me ha querido. Para mi madre sólo existe mi hermana y eso que
ella ni se para por aquí.
– Como sea Jacinto,
te comprometiste a cuidar de ella, Si el deseo de un moribundo no se cumple,
éste regresara la tierra a vengarse o penara para siempre sombre ella
sufriendo por siempre su dolor.
Jacinto,
dio un paso atrás y derribo una cajas, apenado levanto las cajas de inmediato
y volvió la mirada hacia la anciana que ya no estaba, el largo pasillo estaba desierto
y oscuro, el camino lentamente hasta el final donde ya había más gente y
puestos abiertos, se quedo parado ahí por un rato.
–Hola, Jacinto. Como estas mira qué hermoso
reboso esta frente a ti, lo quiero cómpramelo amorcito.
–Hola, Zenaida.
No me molestes tengo que ir a comprar
una medicinas para mi madre.
–Como que
no te moleste?, no dices que esa vieja no te quiere y que ya se debería morir?,
ahora que te pasa viste un fantasmas?, pues decide que prefieras ese viejo
costal o yo?
–Hazte a un
lado déjame pasar.
Esa tarde
Jacinto llevo las medicinas a su madre y le preparo la comida que más le
gustaba, le llevo de comer a su cama, le dio sus medicinas y le pidió perdón por
ser tan malo con ella, del rostro de su madre solo rodaron lagrimas, mismas que
el seco con su pañuelo, la abrazo prometió que él la cuidaría y estaría a su
lado. El salió de la habitación de su madre, se sentó en la cocina mirando por
la ventana hacia la oscuridad del
bosque, después de un rato, se puso en pie y salió de la casa, camino entre la
oscuridad hasta llegar al camino de tierra, su piernas temblaban de miedo, una
niebla dense apareció en el lugar, el no podía ver nada, ni las estrellas, un
sonido extraño llamo su atención alguien caminaba lentamente hacia él, se
escuchaba como si arrastrara un pie, a unos metros el vio una silueta negra que
se aproximaba, sus ojos eran de un oscuro profundo al igual que su traje,
caminaba lentamente hacia él, se le veía
pálido y descarnado pero aun así lo reconoció, las piernas de Jacinto no respondían
, sintió que las fuerzas de sus piernas no respondía, cayó de rodillas, el
espectro estaba justo delante de él, sollozando y temblando solo dijo:
–
“Perdóname padre, he sido un mal hijo, y me olvide todo lo que tú en vida
hiciste por mi”.
Las lagrimas
de Jacinto caían en el tierra, la niebla comenzó a disiparse abrió los ojos y
vio que el pantalón de aquel espectro se volvía blanco miro hacia arriba y vio
el rostro de su padre sonriéndose quien junto con la niebla se desvaneció,
Jacinto se sintió aliviado, se levanto regreso a su casa abrazo a su madre y
desde ese día se dedico a cuidar a su madre
Del espíritu
de Don Roberto, no se volvió a saber nada pero su hijo Jacinto le lleva flores
a su tumba cada mes.
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