Horror historia: El Mercado
De Las Luces
En el
pueblo de Imasho en la época del emperador Fou Lu existía un mercado llamado de
las luces en el cual se vendía la mejor verdura y la carne
de la mejor calidad que se pudiera encontrar en el Japón feudal, Las personas
venían desde los pueblos más lejanos para adquirir esa fruta, verdura y la
carne de ese famoso mercado llegaban familias completas de todos lugares, las personas comían todo tipo de festines en
ese mercado, Un día el emperador salió de su castillo para comprobar tan famosa
reputación que recorría por todo el Japón feudal, al llegar percibió un
delicioso aroma que provenía de las
frutas y verduras recién cosechadas de los huertos de los campesinos, se acerco
a unos de los puesto tomo una manzana y la probo, su sabor era tan intenso y
fresco que el quedo asombrado por lo que decidió comprar todo lo que había el
puesto, continuo por el mercado mientras caminaba se encontró con un puesto de
pieles las cuales eran suaves al tacto, tenían un excelente curtido y acabados
sin pensarlo compro todo lo que había en el puesto.
El
emperador continua admirando todo lo que había en el mercado, en ese momento percibió
un exquisito algo que le abrió el apetito el aroma venia de un puesto que estaba al fondo del mercado el
cual era atendido por una hermosa mujer de aspecto humilde con un hermosos ojos
y un oscuro cabello que llegaba hasta su cintura, el emperador fascinado por el
aroma que venía del puesto, fue directo
a el mientras observaba a la hermosa mujer, se sentó y pregunto a la mujer que es lo que
sirves aquí?, es okonomiyaki , se compone de repollo, huevo y carne, sírveme de
ese platillo mujer, el emperador devoro
el platillo en minutos y pidió más, la mujer había terminado de vender las
porciones del día, por lo cual le pidió
de favor al emperador que le esperara hasta el día de mañana para que volviera
a degustar el platillo el emperador acepto la oferta y se retiro sonriente.
Pero no estaba conforme con esperar quería saber
el secreto de la cocina de aquella mujer por lo que ordeno a algunos de sus
hombres que la siguieran con sigilo para que averiguaran el secreto de tan maravillosa
comida al caer la tarde, los hombres del emperador se dispusieron a seguir a la
mujer decidieron no ir armados ya que solo la seguirían, esperaron que
terminara de recoger las cosas de su puesta y cuando ella se marcho la
siguieron hasta las afueras de la ciudad caía la noche y continuaba en su
encomienda de seguir a la mujer sin parar, no era una difícil tarea aun que estuviera
oscuro ya que desprendía un delicado olor a jazmín el cual se volvía
hipnotizando salieron del camino y se internaron en el bosque entre la
oscuridad aun podían ver a la mujer, así que continuaron, mientras avanzaban el
suelo se volvió lodoso, sus pies se hundían y se les dificultaba caminar, sentía
que todo era como un sueño hasta que lograron ver que no era solo lodo, eran
pedazos de cuerpos en descomposición y viseras, sintieron miedo pero en un
instante todos cayeron en un profundo sueño.
Al recobrar
conciencia los hombres del emperador no tenian visibilidad alguna ya que
estaban en oscuridad total, de la nada una enorme hoguera se encendió, cual fue
su horror ya que en esa cueva colgaban cuerpos del techo clavados en enormes garfios de acero de los cuales se desprendían
algunos pedazos de carne, al lado de la
hoguera estaba la hermosa mujer, los hombres
le clamaron por ayuda, la mujer soltó una enorme carcajada y tomo forma del
demonio temujin el devorador de hombres,
los hombres horrorizados empezaron a gritar suplicando por sus almas.
El
temujin, dijo griten todo lo que quieran su sufrimiento acabará pronto uno de
ellos veía como el temujin partía a la mitad a su compañero y vertía la sangre
en una enorme cazuela que hervía sin parar después desprendía la carne del
músculo y la ponía en un recipiente, el último hombre suplicaba por su alma, el
temujin ignoro sus suplicas y lo levanto y cual si fuera una pieza de pan lo partió
a la mitad y exclamo por tus suplicas tu serás la comida de tu emperador y la
piel que lo cobijara…
Por: Mario Alfonso Lopez
Gracias mi hermano por compartir
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