Horror
Leyenda: El viejo del costal
Pues resulta que este personaje tan popular si existió, El hombre del saco, viejo del saco, viejo del costal, el hombre de la bolsa, el viejo de la bolsa, es un personaje del folclore infantil hispánico. Se le suele representar como un hombre que vaga por las calles cuando ya ha anochecido en busca de niños extraviados para llevárselos metidos en un gran saco a un lugar desconocido. Este personaje es caracterizado como un asustador de niños, y se utiliza como argumento para asustar a los niños y obligarlos a que regresen a casa a una hora temprana.
Su nombre era Francisco Leona, un
español, completamente desquiciado y que asesinaba niños y los metía en un saco.
El asesino detrás del curandero. Francisco Leona vivió en Gádor un municipio ubicado en Almería, en Andalucía, España, a principios del siglo XX. Si bien oficialmente era barbero, este hombre también ejercía como curandero. Según cuenta la historia, un día Francisco Ortega, apodado también como “el Moruno” estaba gravemente enfermo de tuberculosis, y como ningún medicamento le había hecho efecto, decidió acudir en busca de la ayuda de una curandera. Fue así que llegó hasta Agustina Rodríguez, sin embargo, esta mujer, al darse cuenta que no sabía cómo abordar el caso, mandó a Francisco a hablar con Leona.
Y resulta que Leona, quien ya tenía
antecedentes criminales, a cambio de una cierta cantidad de dinero, le entregó
su remedio más preciado: sangre de niños. De acuerdo a su particular
tratamiento, la única forma que había para sanarse era bebiendo este líquido
vital de infantes sanos, pero la gracia era que fuera fresca, es decir recién
extraída del cuerpo.
Como Ortega estaba desesperado por
sanarse, accedió a esta locura, es por esto que Leona le ofreció encargarse de
conseguir a un niño adecuado para la “sanación”. El modus operandi de este
hombre, no era llegar y asesinar a cualquier infante, ya que eso podría ser un
acto criminal más fácil de investigar, por lo raptaba a algún niño perdido.
En esta oportunidad para facilitar la
tarea, le encomendó a Julio Hernández, el hijo de la curandera Agustina, que lo
ayudara. Luego de buscar y buscar, encontraron a un pequeño e inocente
candidato perfecto para dar rienda suelta al escalofriante ritual.
El ritual sangriento. Fue en la tarde del 28 de junio de 1910 que Leona y Julio secuestraron a un niño llamado Bernardo González Parra, de tan sólo siete años que se había perdido, Leona, sin piedad alguna tomó al infante de sorpresa y lo metió a un saco, así como tantas veces ya lo había hecho con otros. Tras este acto, fue a avisarle a Ortega que había encontrado al niño perfecto para su sanación, tras esto, el hombre se devolvió a su casa tranquilamente, donde lo esperaba una contundente cena preparada por su esposa Elena, que no estaba al tanto de los actos criminales de su marido.
El ritual sangriento. Fue en la tarde del 28 de junio de 1910 que Leona y Julio secuestraron a un niño llamado Bernardo González Parra, de tan sólo siete años que se había perdido, Leona, sin piedad alguna tomó al infante de sorpresa y lo metió a un saco, así como tantas veces ya lo había hecho con otros. Tras este acto, fue a avisarle a Ortega que había encontrado al niño perfecto para su sanación, tras esto, el hombre se devolvió a su casa tranquilamente, donde lo esperaba una contundente cena preparada por su esposa Elena, que no estaba al tanto de los actos criminales de su marido.
Horas más tarde, Leona junto a Julio se
reunieron con Ortega en una casa abandonada y sacaron del saco al niño Bernardo
que a estas alturas estaba medio aturdido. Tras colocarlo sobre una mesa, Leona
le realizó un corte en la axila, donde le extrajo la sangre en un vaso. Acto
seguido, Ortega, pensando que era parte de su curación, bebió del líquido del
niño que a su vez gritaba horrorizado por lo que le estaban haciendo. Sin
embargo, esto era tan sólo el principio del horror que vendría después.
Julio en un acto de salvajismo, tomó una piedra y golpeó la cara del niño hasta darle muerte a éste. Luego de esto, Leona le abrió el vientre al pequeño Bernardo para extraerla la mayor cantidad de grasa para dársela de comer a Ortega, quien obedeció a todos las órdenes del barbero.
Julio en un acto de salvajismo, tomó una piedra y golpeó la cara del niño hasta darle muerte a éste. Luego de esto, Leona le abrió el vientre al pequeño Bernardo para extraerla la mayor cantidad de grasa para dársela de comer a Ortega, quien obedeció a todos las órdenes del barbero.
Una vez concluido este macabro ritual,
Julio y Leona ocultaron el cuerpo en un lugar que se conocía como Las Pocicas,
tapando al niño con hierbas y piedras, pero sin enterrarlo. Pero fue después de
este episodio, que Leona comete el error que más tarde lo llevaría a ser
apresado por todos sus crímenes.
Fin del viejo del costal. Resulta que Leona le había prometido a Julio un porcentaje por el secuestro del niño, sin embargo, finalmente no le pagó nada, lo que hizo que el hijo de la curandera se enojara a tal punto que fue a la Guardia Civil y contó que había encontrado por casualidad el cuerpo de un niño con el cráneo destrozado.
Como, ya se rumoreaba que Leona era el
autor de varios asesinatos de niños, de inmediato la policía lo apresó como
principal sospechoso del crimen, sin embargo éste culpó a Julio de ser el autor
del delito. Finalmente los dos hombres confesaron que eran autores del crimen y
la policía se encargó de investigar que Leona era el autor de cientos de
asesinatos de niños a quienes metía un saco para luego matarlos.
Si bien Leona fue sentenciado a muerte, finalmente
murió preso, Ortega, así como la curandera Agustina fueron ejecutados. Julio
fue condenado a morir, pero fue indultado, ya que fue declarado demente.
Ahora saben que el hombre del costal fue
real y fue real mente un monstruo aterrador.
No hay comentarios:
Publicar un comentario